El samurai y los tres gatos

¡El poder del cuerpo y la habilidad de la técnica
 no son nada sin la vigilancia del espíritu!


Un samurai tenía muchas preocupaciones con un ratón que había elegido su domicilio en su habitación.
Alguien le dijo: "¡necesita un gato!" Él buscó uno en la vecindad. El que encontró era bello, fuerte, muy impresionante. Pero el ratón se mostró con más astucia y, más vivo que él, se burló de su fuerza.

El samurai adoptó un segundo gato, muy astuto. Desafiante, el ratón no apareció más, salvo cuando él dormía.
Entonces, le dieron al samurai otro gato, en de un templo Zen. Tenía el aspecto distraído, mediocre, banal, dormitaba todo el tiempo. El samurai pensaba: éste, ciertamente, no es el que me desembarazará del ratón.
Y, el gato, siempre soñoliento, tranquilo, indiferente no inspiró muy pronto temor al pequeño ratón. Él pasaba y volvía a pasar cerca del gato, sin prestarle atención. Un día, súbitamente, de un golpe de pata, lo atrapó.
Tan banal es el monje Zen. ¡El poder del cuerpo y la habilidad de la técnica no son nada sin la vigilancia del espíritu!

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