La Humildad en las Artes Marciales

平成23年3月15日

Según los grandes maestros de las Artes Marciales, Kano, Ueshiba, Funakoshi… etc., éstas se rigen o deberían hacerlo por el respeto, la cortesía y la humildad. Sin embargo en un código tan antiguo como célebre, tal es el caso del Bushido, por ejemplo, no se formula la palabra humildad a lo largo de sus siete capítulos de ética o comportamiento… ¿o si?


Los siete preceptos del Bushido, que están basados en la filosofía de Lao Tse, nos hablan de: YU (el coraje o valor heroico, que es fuerte e inteligente; el samurai o guerrero desarrolla el coraje y hace que su cuerpo lo sea ejerciendo el control sobre si mismo para reemplazar el miedo por el respeto y la precaución: “el valiente no sigue los pasos de la estupidez”), REI (cortesía; el samurai es cortés con sus enemigos, no necesita demostrar su fuerza, se recibe más respeto por la forma en tratar a los demás que por la destreza en la batalla o con el sable, la fuerza interior sólo debe ser mostrada o invocada en las situaciones límite: “un alma sin respeto es una morada en ruinas”). JIN (compasión: mediante el entrenamiento se convierte en rápido y fuerte, adquiere un poder para emplearlo en beneficio de todos, aunque su lealtad es para el señor… se debe ser compasivo con tus compañeros. GI (la justicia: ser honrado con todo el mundo, ser justo. No en una justicia de los demás, sino en la suya propia, sólo existe lo correcto y lo incorrecto). MEIYO (el honor: uno sólo tiene un juez para juzgar sus actos y es él mismo, cómo tomes o ejecutes tus acciones reflejarán qué o quién eres:”la muerte no es eterna, lo es el deshonor”). CHUGO (la lealtad: los samurai eran leales a su señor y también leales y responsables hacia los que tenían bajo su mando, de lo contrario respondían con su vida y, en la mayoría de los casos, de forma voluntaria y espontánea). MAKOTO (sinceridad, valor: para los samurai no cuenta “dar la palabra o prometer”, cuando hablan es como si la cosa ya estuviera hecha, no habrá que puedan detenerlos en su ejecución… sólo su muerte).



Hasta aquí hemos visto una de las múltiples explicaciones que pueden encontrarse entorno a un código de comportamiento que se hizo famoso en el mundo medieval de los samurai, el Bushido. Un código que bien puede ser aplicado en nuestros días trasladado, entre otros destinos, al mundo de las artes marciales actuales, por ejemplo. Un ejemplo que nos sirve para entender un poco la Humildad. Hemos podido observar que entre esos siete valores o fundamentos no se menciona explícitamente la palabra “humildad”, pero nos preguntábamos si esto era así, veamos por orden que pueden encerrar esos preceptos entorno a la humildad:



…Respeto y precaución sugiere tener en consideración al oponente o al prójimo, lo cual significa considerarle o al menos igualarte a él, una forma de humildad. Es una estupidez no considerar al adversario: “conoce a tu adversario y te conocerás a ti mismo”.

…Si respetas, serás respetado… aquí se produce una igualdad. A quien se respeta, de alguna manera se le teme, se le considera, no es necesario que demuestre su fuerza pues se la supone, quien alardea muestra sus bazas… si es que las tiene. Respetar pues, es otra forma de humildad.

…Ah! La compasión. Aquí no es necesario extenderse, piedad, misericordia, clemencia, humanidad, perdón… son sus principales sinónimos. Disponer de estas consideraciones hacia nuestros semejantes conlleva naturalmente la humildad.

…Ser humilde requiere ser justo ¿puede uno ser humilde sin ser imparcial, ecuánime o recto? No, creo que no. Si decimos que el respeto es muestra de humildad, ser justo consigo mismo y con los demás se convierte en necesario.

…¿Puede una persona humilde ser deshonesta? Hablamos de humildad como virtud, no cómo una clase de estrato social, naturalmente, entonces si somos fieles tanto en nuestro interior como en el exterior, estamos hablando de honestidad. Si como persona carecemos de honor, carecemos de una parte de los valores intrínsecos que comporta esa virtud y si por el contrario hacemos del honor una forma de vida, no cabe duda, que tendremos la humildad como compañera fiel.

…La lealtad es rectitud, la rectitud requiere ser ecuánime: justicia, luego de alguna forma volvemos a lo mismo, estamos hablando de un entorno en donde reside la humildad.

…Debes tener cuidado con el camino que sigues, pues las palabras de un hombre son como sus huellas, puedes seguir a un hombre a través de sus palabras allá donde quiera que el vaya, pues decir y hacer debería ser la misma cosa. Ser sincero significa ser franco, sencillo… humilde.



Soy practicante de una determinada fe o credo, y aun así no me considero con fuerza o inteligencia para deliberar o hablar sobre ello. Mucho menos, pues, podría hacerlo sobre otras religiones o filosofías distintas a la mía. Por ello para disertar sobre la humildad trataré de no referirme a credo alguno a fin de no caer en alguna imprudencia, aunque me será necesario recurrir cuidadosamente a ciertas citas para tratar de explicarme.

Si en tus asuntos procedes con humildad no cabe duda que serás más querido y reconocido que al hombre generoso de por si. No se puede alcanzar la gloria, el reconocimiento, siendo soberbio o figurativo, pues al final siempre descubren, o te descubres, lo que verdaderamente eres, no… por el contrario, hazte pequeño en las grandezas humanas y te otorgarán, más que alcanzar, ese reconocimiento o gloria.

La humildad ha sido usada muchas veces por los maestros de artes marciales como condición indispensable para poder aprender y poder aspirar a cierta sabiduría. Pero esta humildad también aparece relacionada con su opuesto, el orgullo. El orgullo es también un concepto que aparece en casi todas las tradiciones de las enseñanzas marciales, luego nos hallamos también ante un concepto importante.

Nuestra Constitución dice, acerca de la libertad, que nuestra libertad termina allí donde empieza la de nuestros congéneres. Lo mismo sucede con el término “orgullo” referido anteriormente. Uno puede y de hecho debe sentirse orgulloso de sus logros, de sus virtudes. Siempre que este orgullo sea interior, pues se trata de un auto-reconocimiento al trabajo bien hecho, pero si ese sentimiento transfiere al exterior, entonces el orgullo puede o suele aparecer bajo la forma de la jactancia, pedantería o inmodestia. Los laureles al triunfo suelen ser colocados al ganador, al campeón… y éste ha de aprender a saber llevar ese logro con humildad y así será reconocido y recordado. Este orgullo camina de la mano de la humildad.

Pero si tú mismo te colocas el laurel y lo paseas con pavoneo, por muy campeón que seas, serás escasamente reconocido y pronto olvidado. Este es el mal orgullo, el que precisamente es enemigo de la verdadera humildad. Es ese orgullo que nos impide aprender, corregir, porque nos hace estar demasiado enamorados de nosotros mismos, justificar nuestros defectos y carencias, que echemos la culpa de todo lo que nos pasa y de nuestras impotencias a otras personas, a la vida, el mundo, la sociedad, etc.

Por todo esto es conveniente matizar el orgullo, pues aunque forma parte de la tradición marcial, no debe confundirse con su significado literal y antagonista de la humildad, sino como un compañero, extensión o complemento de ésta. Debemos aceptarnos tal como somos, pequeños y humildes, pensando que todo record puede ser nuevamente batido, sólo así llegaremos a experimentar la verdadera grandeza.

Si uno es humilde (o manso de corazón, como también suele decirse), aceptaría como normal la realidad de cada día, a los demás tal como son, a sus propias limitaciones como normales, a que otros piensen distinto, a no comprender a ciertas personas… Aceptaría con paz las ofensas, ser ignorado, el mal en torno a si, a quienes le caen mal… Aceptaría que su fe o creencia dirija su vida, a que los demás vuelvan a equivocarse y a que éstos, sean mejor que uno… Aceptaría por último, a que los demás le pisen.

De esta manera no perdería la paz por lo que no le sale bien, no se revelaría contra nadie, no se avergonzaría de sus propios defectos, no trataría que los demás piensen como él. No querría caer bien a todos… De esta manera no trataría de pagar con la misma moneda, no buscaría ser siempre bien reconocido, no querría acabar con quienes hacen el mal, no evitaría a los antipáticos… No se quejaría de nadie, ni de su fe, ni de su Dios, no querría ser perfeccionista ni siempre número uno… De esta manera no buscaría darle a nadie su “merecido”.

“Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro y te dirá: “Cédele el puesto a éste”. Entonces avergonzado irás a ocupar el último puesto. Al revés cuando te conviden, vete a sentarte al último puesto, para que, cuando venga el que convidó, te diga: “Amigo, sube más arriba”. Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido”.

Los más grandes sabios, dicen que la humildad es una de las virtudes más difíciles que conquistar, pues consiste en saber que sabemos y que ignoramos, y esto es lo difícil, ya que necesitaremos conocernos bien a nosotros mismos. El respeto y la humildad son dos valores indispensables en un estudiante de artes marciales, como uno… nunca termina de aprender…, deben ser cualidades que debe trabajar durante toda su vida. Gracias a ser humildes reconoceremos nuestras limitaciones, trataremos de superarlas y así estimaremos con justicia nuestros méritos, pero cuando ocurra vuelve al principio: no te sobrevalores. De lo contrario dejaremos de ser humildes y nos llevará a la soberbia y a la falta de respeto hacia los demás. 



Pero tampoco debemos confundirnos, humildad no es sinónimo de pobreza o de debilidad. Una persona no puede por muy humilde que sea, tolerar que alguien que no sabe, o sabe menos que tú, intente darte lecciones para las que él no está capacitado. Aquí debemos estar atentos, pues como decíamos antes acerca de la libertad, el límite de nuestra humildad nos lo van a poner precisamente aquellas personas que no lo son.

Muchos de los practicantes de artes marciales van hoy día por ahí como locos buscando la verdad… ¿Qué estilo la posee? Para los grandes maestros la respuesta siempre es la misma: la verdad esta en ti. ¿Cuál es problema entonces?... Saber buscarla, conocerte a ti mismo, aprender con humildad, perseverar… Me gustaría para terminar, nombrar algunas citas acerca de la humildad.

El consejo en el que más insistió el Maestro Gichin Funakoshi, por citar a alguien, fue el de la humildad en la vida. Era famosa su frase: "En Karate, usualmente, el principiante no puede resistir la tentación de mostrar algo; haciendo esto, sólo indica un gesto de inmadurez y se deshonra al Arte que ha elegido". 

Lao Tsé, por su parte, dijo: “Ensalza lo humilde, multiplica lo poco, recompensa la injuria con bondad, corta el problema en su brote y siembra lo grande en lo pequeño”. 

Para los practicantes de artes marciales vienen como anillo al dedo otras dos citas, la primera de Escrivá de Balaguer cuando dijo: “Cuando percibas los aplausos del triunfo, que suenen también en tus oídos las risas que provocaste con tus fracasos”; o la de Tagore: “Cuando somos grandes en humildad, estamos más cerca de lo grande”.

Kikarm.

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